Indigno es llamar al señor de tal grandeza dignatario, príncipe o conde, cuando se merece ser elevado al trono y que sus sienes adorne una gloriosa corona - escribió Gall Anonim (Gallus Anonymus) cuando en el año 1000 el emperador Otón III otorgó las insignias reales al, entonces príncipe polaco, Boleslao I Chrobry.
En el periodo de entreguerras, Polonia era el único país centroeuropeo sin insignias reales propias, símbolo indiscutible del patriotismo de los polacos de la Rzeczpospolita Obojga Narodów (República de las Dos Naciones) y de su fe en la recuperación de la patria.
Cuando Polonia finalmente recuperó su libertad, nació la idea de reconstruir la legendaria corona del Rey Boleslao I (el primer rey coronado), robada junto con el resto de las Joyas del Tesoro Real en octubre del 1795 y sacada del país por los ocupantes prusianos.
La idea de la réplica de las insignias de coronación de los reyes polacos surgió primero en la mente del Prof. Karol Estreicher (uno de los más reconocidos historiadores de arte polaco) ya por los años treinta del siglo pasado, pero quien logró hacerlo realidad fue Adam Orzechowski - anticuario natural de Nowy Sącz. Como estudiante de la Universidad Jaguelónica de Cracovia escuchaba las ponencias del profesor sobre la historia de las insignias y le tentó el sueño de reproducirlas. Pero la decisión de llevar a cabo tal hazaña no surgió hasta años después, cuando compró unas monedas prusianas que, según datos históricos, habían sido acuñadas del oro obtenido de la fundición de las insignias reales polacas.
La recreación fue posible curiosamente gracias al Rey Stanisław August Poniatowski (Estanislao Augusto Poniatowski) , quien tras su coronación mandó describir las insignias con sumo detalle. Los dibujos más precisos del traje de coronación, que se encuentran actualmente en la bilblioteca de la Universidad de Varsovia, los realizó el pintor de la corte - Krzysztof Józef Werner, quien más tarde pintó el retrato del rey Staś (diminutivo de Estanislao) luciendo la famosa corona de Chrobry, que podemos contemplar en el Castillo Real de Varsovia.